Generalmente se entiende la patria como el lugar geográfico donde uno ha nacido o se ha criado, donde ha absorvido una serie de elementos diferenciales que por contraste con los que no son iguales, llevan a separar uans culturas de otras. Lengua, historia, tradiciones.... es decir, se utiliza la carga cultural como cuña separadora, como frontera con la que crear las patrias. Patrias cuyo máximo desarrollo habrá de culminar con la instauración de una nación (la toma de poder político de una región concreta por los naturales de ella, o al menos, lo que desarrollan los elementos propios de la patria)
Ahora bien, es un hecho comprobado que ya desde el S.XVII el amor a la patria (patriotismo) y su desarrollo superior (nacionalismo) han sido usados como medida de dispersión y enfrentamiento entre aquellos que presentan un frente común en pos de un objetivo peligrosamente avanzado.
Así pues, y especialmente de la mano de la filosofía capitalista, los enemigos de las clases productoras han fomentado el enfrentamiento entre proletarios con el fín de dividir sus fuerzas y posteriormente subyugar sus aspiraciones.
Por eso decimos que el proletariado no tiene patria, si no que se la impone el capital, pues el elemento característico de éste es su base social y no su filiación nacional.
Así pues, el pueblo debe sobreponerse al concepto burgués de patria, incluso al concepto romántico de nación que señala como irreconciliables las diferencias de lengua, historia y tradición puesto que esos conceptos no significan nada para el capital que sin embargo sabe usarlos en su beneficio según la vieja máxima "divide y vencerás".
Al igual que deseamos un futuro mejor para los ciudadanos amparados bajo nuestra enseña, igualmente deseamos ese futuro para todos los ciudadanos del mundo. Por esto hemos de colaborar, allá donde se encuentren, con los movimientos políticos o sociales decididos a producir un cambio social y político en pos de la modernización y el progreso de los pueblos, sin caer en las trampas del nacionalismo, del liberalismo o de la supremacía étnica o cultural. Y donde no se encuentren, trabajar para construirlos.
Este concepto declaradamente antinacionalista (de un signo u otro) no debe confundirse con el rechazo al derecho de autodeterminación de los pueblos, si no todo lo contrario. Aprendiendo de la experiencia que la historia nos enseña, en el estado español abogamos por un federalismo de base, construido de abajo a arriba, es decir, una federación de ciudadanos, de pueblos unidos libremente y decididos a construir una sociedad. Nunca una sociedad decidida a construir ciudadanos mediante sometimiento. En esa libertad de federación se basa el derecho a decidir de los individuos, su derecho a la autodeterminación, pero sin cargas ideológicas impuestas o manipulaciones políticas interesadas.
La nuestra es pues, una salida pactada capaz de otorgar el derecho de autodeterminación (autogobierno) más avanzado de la historia de los pueblos, y a la vez, capaz de conjurar el peligro nacionalista reaccionario, sea del signo político qu sea. Por ello, apoyaremos todas las soluciones e iniciativas de autodeterminación que garanticen el respeto a la libertad de los ciudadanos, su igualdad ante la ley y su expresa intención de mejora social.
...Continuará...
miércoles, 25 de febrero de 2009
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